Hoy te despiertas, con sueño, como todas las mañanas, y te vas a la cocina a desayunar como todas las mañanas. Tienes una vida medida al milímetro, estudias para asegurarte un futuro, haces las cosas que haces pensando en el futuro.
Frente a tí tienes la caja de cereales. Está ahí, donde está siempre, donde está todas las mañanas. Al igual que la tostadora, la silla, la mesa. Todo está donde está siempre. Terminas de desayunar y sales de casa camino a la universidad. Los cubos de basura están donde están siempre, todas las mañanas están ahí, como si te estuviesen esperando, al igual que el kiosquero, que está donde todas las mañanas (en el kiosco) haciendo lo de todas las mañanas (vender periódicos). Las hojas de los árboles son movidas por el viento, como todas las mañanas; se oye cantar a los pájaros, como todas las mañanas; las señoras van con el carrito de la compra, se cruzan, se sonríen y se preguntan "qué tal", como todas las mañanas. Parece que los días son fotocopias unos de otros. Parece que toda esa serie de fotocopias transcurre ante tí para que tú la veas. Te hace sentir protagonista. Esos días van pasando como fotocopias ante tí, y tú simplemente te limitas a mirarlos, a verlos pasar, como un espectador que ve una película. Con la diferencia de que en la película que estás viendo tú, todos los fotogramas son exactamente iguales, en nada se diferencian unos de otros: los cereales, la tostadora, los cubos, el kiosquero, las señoras,...todo es igual.
Y tú desde pequeño te has ido sometiendo a pruebas. Pruebas que, en teoría, te han permitido seguir adelante con tu vida. ¿Recuerdas cuando en el patio del recreo te preocupabas por aquel control de Conocimiento del Medio que tenías inmediatamente después? ¿Te acuerdas cuando acudías a los entrenamientos de fútbol los martes y los jueves, y lo nervioso que estabas cuando te tocó jugar tu primer partido? ¿Recuerdas cuando quedabas con tus amigos y os pasabáis la tarde jugando en la calle, y te preocupabas por lo que te fuese a decir tu madre por lo tarde que llegabas a casa?
Has seguido superando pruebas, aprobando exámenes, haciendo lo que te dicen tus padres porque sabes que ellos sólo quieren lo mejor para tí. Te han dado una vida que ya está escrita, tú simplemente te estás limitando a cumplir con el guión. Toda tu vida está programada, eres el protagonista de ella, todo lo que te pasa está escrito, alguien ha decidido que las cosas han de suceder así, y así es como sucederán. Tú sólo tienes que dejarte llevar. Parece que TODO lo que te rodea es un simple decorado de escenario hecho a tu medida, para que tú te desenvuelvas en él. Los cereales, la tostadora, los cubos de basura, el kiosquero, las señoras,...Todos ellos son simples elementos del decorado en el que tú te mueves. Todo te parece programado para que suceda como tiene que suceder.
Sin embargo, un día cualquiera, como tantos otros, sales a la calle y, tras haber pasado por delante de los cubos de basura, te dispones a cruzar la calzada. En el momento en el que estás cruzando, un coche que va demasiado rápido como para verte te atropella sin más, con un golpe seco en las piernas, que te envía unos metros más hacia delante, golpeándote la cabeza contra el asfalto y quedando desangrado en el suelo. Estás muerto.
Ya no existes, se acabó, estás muerto. Al día siguiente, un día como otro cualquiera, la caja de cereales sigue ahí, donde siempre; al igual que la mesa, la silla y la tostadora. Tu entrenador de fútbol sigue entrenando a chavales, tu profe de Conocimiento del Medio sigue poniendo controles a otros niños. Los cubos de basura siguen donde siempre, el kiosquero sigue donde siempre (en el kiosco), haciendo lo de siempre (vender periódicos); las hojas se siguen moviendo como todos los días, los pájaros siguen cantando como todos los días y las señoras se siguen cruzando por la calle y preguntándose "qué tal". Como todos los días. Todos los elementos del decorado siguen ahí, donde todos los días, con la única diferencia de que tú ya no estás entre ellos, estás muerto. Pero ellos siguen ahí, aún sin tí siguen ahí. Los cereales, la tostadora, los cubos, el kiosquero, las señoras, tu entrenador,...todos siguen ahí. Es entonces cuando entiendes que, en realidad, tú no eras el protagonista de tu vida, sino que también eras parte del decorado.
muy bueno
ResponderEliminarrealmente bueno ;)
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