28.3.10

¿Es esto lo que ustedes llaman vivir?

Levantarse con la aurora. A buen paso, o aprovechando algún medio de locomoción rápido, ir al trabajo. Es decir, recluirse en un local más o menos espacioso, más o menos privado de aire. Sentado delante de una máquina, teclear sin descanso para transcribir cartas de las que no se compilaría ni la mitad si fueran escritas a mano. O fabricar, accionando algún instrumento mecánico, objetos siempre iguales. O no alejarse nunca de un motor para vigilar su funcionamiento. O, en fin, mecánica y automáticamente, recto frente a un telar, repetir continuamente los mismos gestos, los mismos movimientos. Y esto por horas y horas, sin variar, sin distraerse, sin cambiar de atmósfera ¡Todos los días!
¿Es esto lo que ustedes llaman “vivir”?
¡Producir! ¡Producir más! ¡Producir siempre! Como ayer, como antes de ayer. Como mañana, si no nos sorprende la enfermedad o la muerte ¿Producir? Cosas que parecen inútiles, pero de las que no es lícito discutir la superficialidad. Objetos complicados de los que no se tiene sino una parte en la mano, y quizá una parte ínfima. Objetos de los cuales se ignora el conjunto de las fases que atraviesa su fabricación ¿Producir? Sin conocer el destino del propio producto. Sin poder negarse a producir para quien no nos agrada, sin poder dar prueba de la más pequeña iniciativa individual. Producir: ahora, rápido. Ser un instrumento de producción que se estimula, se aguijonea, se sobrecarga, que se extenúa hasta el completo agotamiento ¿Eso es lo que ustedes llaman “vivir”?
Partir de mañana a la caza de una jugosa clientela. Perseguir, engatusar al “buen cliente”. Saltar al auto, del auto al colectivo, del colectivo al tren. Rendir cincuenta visitas por jornada. Desangrarse para sobrevaluar la propia mercancía y devaluar la ajena. Volver tarde, sobreexcitado, harto, inquieto, hacer infelices a los que nos rodean, estar privado de toda vida interior, de todo arranque hacia una mejor humanidad.
¿Y es eso lo que ustedes llaman “vivir”?
Secarse entre las cuatro paredes de una celda. Sentir lo desconocido de un futuro que nos separa de los nuestros, los que sentimos nuestros al menos, por afecto o por haber compartido riesgos juntos. Tener, si se está condenado, la sensación de que nuestra propia vida huye, que no hay nada más que podamos hacer para determinarla. Y esto por meses, años enteros. No poder luchar más. No ser más que un número, un juguete, un harapo, una cosa matriculada, vigilada, espiada, explotada. Todo en medida mucho mayor a la pena fijada en relación al delito.
¿Y es eso lo que ustedes llaman “vivir”?
Vestir un uniforme. Por uno, dos, tres años, repetir incesantemente el acto de matar hombres. En la exuberancia de la juventud, en plena explosión de virilidad, recluirse en inmensos edificios donde se entra y se sale a horas fijas. Consumir, pasear, despertarse, dormir, hacer todo y nada a horas establecidas. Y todo eso para aprender a manejar instrumentos capaces de quitar la vida a individuos desconocidos. Para prepararse a caer muerto un día por un proyectil que viene de lejos, disparado por alguien también desconocido. Entrenarse para morir, o producir la muerte. Ser instrumento, autómata en las manos de privilegiados, poderosos, monopolistas, acaparadores porque no se es privilegiado, ni poderoso ni dueño de hombres.
¿Es eso lo que ustedes llaman “vivir”?
No poder aprender, ni amar, ni estar en soledad, ni derrochar el tiempo a gusto propio. Tener que estar encerrado cuando el sol brilla y las flores emborrachan el aire con sus efluvios. No poder ir hacia el trópico cuando la nieve golpea las ventanas, o hacia el norte cuando el calor se hace tórrido y la hierba se reseca en los campos. Encontrar delante de sí, siempre y donde sea, leyes, fronteras, morales, convenciones, reglas, jueces, oficinas, cárceles, hombres en uniforme que mantienen y protegen un orden de cosas mortificante.
¿Y es eso lo que ustedes llaman “vivir”? ¿Ustedes, enamorados de la “vida intensa”, aduladores del “progreso”, todos ustedes, los que empujan las ruedas del carro de la “civilización”? Yo llamo a eso vegetar. Lo llamo morir.


Emile Armand

26.3.10

Reivindicación (poema)

Fue falso el testimonio de las rosas
vendidas, falsas y aburguesadas.
Que se mostraron, vanidosas, cual trofeos
en balcones, canteros y terrazas.
Fue teatro la humillada marcha
de arboles, cabizbajos, por las veredas.
Solo pretenden, vegetales pura sangre,
confundir, a los artificiales jardines,
con montañas, en el corazón de babilonia.
Dieron la espalda a sus ancestros, los silvestres
Se aggiornaron y acataron paisajismos.
Y creímos los humanos imponerles,
a los yuyos nuestras leyes y nuestros códigos.

Pero nunca cedieron las rebeldes enredaderas
y desacatadas hierbas, indigentes.
Nos observan silenciosas en las huecos,
de nuestra triste civilización de cemento.
Si cesáramos la constante represión
empujarían ellas en las grietas
y talarían, colapsando nuestra selva
de imponentes torres, empequeñecedoras de hombres.

Y oleada tras oleada, contenidos,
nunca ceden los treboles y yuyos
en su ataque persistente.
Desplazados, que no crucen las trincheras.
Que no rompan la ilusión de nuestras vidas
de civilización, rituales y cemento.

Fue falso el testimonio de las Rosas,
vendidas por vanidosas, aburguesadas
Nunca sepultó el cemento al verdor.
Nunca eliminó al animalismo, el pudor.

Manuel Bertelotti

24.3.10

Dictadura o democracia, el enemigo es el mismo: la dominación y el capital


Se cumple un nuevo aniversario del último golpe militar en la Argentina, hoy como una mueca patética de lo que en el pasado fue una resistencia activa contra el régimen, queda un feriado y un centro de tortura convertido en museo.

Recordamos a los combatientes, a los anónimos que dieron, desde sus ideologías a nuestro parecer sumamente criticables, todo para detener la masacre desatada contra parte del pueblo. Los recordamos no con un acto conmemorativo ni alzando sus banderas, que no son las nuestras, sino con el ejemplo de su práctica, de su resistencia, de su subversión. Hoy entendemos que la dictadura no es más que el gendarme del capital, la democracia intenta ser el lado humano y garantista del mismo. Conforme se presente la situación política, económica de un país, los dominadores no dudarán en echar mano a uno u otro recurso para garantizar su paz social y mantener sumidos en el conformismo, la apatía o el miedo a la mayoría que componen los excluidos del sistema. El sitiamiento del pueblo de Corcovado (donde integrantes del grupo GEOP desaparecieron a Luciano Gonzáles, y cometieron diversas aberraciones como la violación de una niña de 8 años), la represión en Andalgalá, Catamarca, ante un pueblo que se niega a que se instale una minera que acabe con los recursos naturales, la situación de Luciano Arruga, desaparecido hace mas de un año tras ser detenido y torturado en una comisaría de Lomas del Mirador, los centros de exterminio legales (cárceles), donde día a día se acumulan personas por haberse atrevido a quebrantar las leyes que sumergen a unos en la miseria y a otros los pasean por el mar de la abundancia, las mas de 2.000 personas asesinadas desde la asunción de Alfonsín, el régimen escolar con sus formaciones, su saludo a la bandera, la explotación sistemática de la tierra en beneficio de grandes corporaciones multinacionales, la inmensa cantidad de niños que mueren desnutridos o por diversos tipos de enfermedades curables, las leyes antiterroristas, aguardando ser aplicadas a cualquier luchador que no acepte pasivamente estas injusticias, son algunas de las pruebas claras de que en democracia y dictadura existe una continuidad represiva, que el problema es la autoridad, la dominación del hombre sobre el hombre, y del hombre sobre la naturaleza.

Mientras las Madres de Plaza de Mayo se alían con el Gobierno de la verduga Cristina Kirchner, y desde los partidos de izquierda solo se animan a hacer una tibia procesión recordatoria, siempre extendiendo la suplica de Juicio y Castigo (y de este modo aceptando al poder judicial y político que dicen combatir), los anarquistas decimos que cualquier Estado es terrorista, por eso vemos lícito y sumamente necesario la organización de los excluidos para hacerle frente a este con la acción directa, la horizontalidad, y el cuestionamiento de las raíces del control que nos impusieron tanto mental como físicamente, con el fin de crear entre todos una comunidad de individualidades libres, sin policías, militares, jueces, políticos, y demás lacras que viven de nuestra sangre y dolor.

Terrorista es el Estado.
Contra toda autoridad, por la libertad.

Anarquistas.

22.3.10

Enjaulado (H. Thompson)

Enfría jaula de metal y concreto el prisionero camina de aquí para allá,
buscando sólo puro agotamiento, no hay lugar donde ir.
Sueños de rebelión, de fugas de prisioneros,
la pura alegría de la libertad corriendo a través de la noche.
Para ser libre de esta cárcel de odio, y de alma de hombres cansados.
Pero no hay lugar donde ir, camina tres pasos, gira de nuevo.

Privado del sol, una blanca palidez tiñe su piel,
corteza que oculta un alma torturada.
Como afuera el contacto muere, la esperanza se achica.
Caminando, comienza una exhaustiva jornada a ningún lado en el tiempo,
mientras el guarda evoca formas de destrozar su mente.

La celda es el ataúd de la sociedad,
donde el único calor lo brinda la llegada de una carta,
donde decae la amargura, lágrima derramada.
El tiempo pasa silencioso, como un ladrón en la noche,
se arrastra y deja sus huellas en los rostros.

En algún lugar, a cada segundo, un prisionero está caminando
sobre el piso de un ataúd prefabricado, una sepultura como celda.
Sirviendo al tiempo en este corrupto sistema,
se asemeja a una prolongada estadía en infierno.


17 de Diciembre, 1985.

Harold H. Thompson

Negocios, como siempre (H. Thompson)

“¡La Guerra Fría está ganada. No tengan miedo, es el mejor de los tiempos!”
Declaran mintiendo políticos, estafadores profesionales,
“¡No te preocupes, todo está bien!”
Pero mientras observo el estado de esta nación y el Nuevo Orden Mundial,
todo lo que puedo ver realmente son negocios, como siempre,
¡Estado del arte armamentista, guerra de alta tecnología, bombas inteligentes,
actos bárbaros, muerte, dolor e hipocresía!

En manos de neo-nazis, canallas racistas la buena gente pierde su vida.
Estos parásitos que saborean su éxito de odio fanático,
¡Son protegidos por el gobierno!
¿No debe la gente preguntar por qué?
Marchan en sus manifestaciones enfermas de maldad, con trajes terroristas,
cruces quemadas en la oscuridad de la noche
para iluminar el mundo de miedo, con fuego del infierno.

Enriquecidos gobernantes,
escondidos de forma segura, abrigados en sus hogares de pana,
mientras la basura del odio dispara y quiebra los huesos de las víctimas.
Brutales guardia cárceles abaten prisioneros noche y día,
¿Y quién protestará qué esconde Amérikkka de nuestra vista?

De noche en las duras calles,
la juventud de Amérikkka yace muerta.
Donde la cocaína es más blanca
el pavimento se tiñe de rojo.
Predecible, rutinariamente aceptado,
estado policial,
la privación masiva de derechos
es la consecuencia de esto.
Mientras las masas duermen.
¡Los monstruos roban su libertad!

Los nazis, KKK, la hermandad aria
canallas superiores y policías asesinos
son gemelas imágenes de espejo,
exactamente iguales.
Roban nuestra seguridad en la oscuridad de la noche,
al paso del preso de la clase trabajadora
la celda, tumba de hierro y concreto
las víctimas de mañana vienen pateando y gritando dentro de la vida
del útero de su madre.

2 de Diciembre, 1993


Harold H. Thompson

21.3.10

La Causa (H. Thompson)

La puerta de acero se cierra después de haber estado abierta durante un largo tiempo.
Es otra mañana en este infierno creado por el hombre, acompañada por los relojes de los guardias
Me paro frente a la puerta de mi celda, mirando entrar mis tormentos.
Otro día de peleas con los bastardos uniformados,
de corazones negros, diabólicos.

Son los nazis de los tiempos modernos,
una nueva era de paquetes demoníacos.
Los miro fijamente a través del acero de mi celda.
Mi rabia fluye, hasta me shokea,
es tan real.
Me paro sólo, atrapado en esta jaula,
atormentado por siempre, por una rabia encendida.

Sin escape, sin libertad,
busco en vano por paz interior.
En un momento de desconcierto, cada día,
lucho contra esta enferma realidad.
Dándome vuelta disgustado, cierro mis ojos,
vuelvo al refugio de un recuerdo, paraíso.

Agradecería cualquier hermoso escape
No hay mucho alivio cuando estoy en guerra.
Quizá, tal vez, es un terrible sueño,
¿despertaré para olvidar los horrores que he visto?

El sueño bienvenido me lleva a los brazos de mi amado,
para abrazarme fuerte a ella.
Su cabeza descansa sobre mi pecho tan ligero.
En mis sueños acaricio su pelo...
Con una maldición despierto, ¡para no encontrarme más allí!
Entonces escucho ese odioso sonido, me es familiar.
Retumba fuerte en las paredes de alrededor.
El ruido de las llaves penetra mi cerebro una vez más,
otro día en el infierno, cada día es igual.


Otro día en la guerra de los deseos ha llegado, está aquí.
Confrontando a los demonios uniformados, máquinas de torturar.
He llegado a odiar su uniforme paramilitar.
Nunca jugaré su juego de buen prisionero, y por eso sé yo mi destino.
Finalmente, otro día en el infierno ha pasado, me ha arrastrado lentamente,
Y esta soledad en mi celda, me trae tranquilidad
.

El odio de este sistema corrupto
aún sigue corriendo por mis venas.
Arroja combustible a las llamas revolucionarias
de mi corazón.
En muchos frentes luchamos los rebeldes
por nuestra unida causa,
Yo continúo luchando aquí dentro,
y tú allí afuera.

Juntos enfrentamos, frente en alto
sus autoserviciales leyes capitalistas,
nos muestran un falso confort desde su posición
pero están atrapados con nosotros en su propia pesadilla.
He perfeccionado mi odio hacia ellos,
y ellos han perfeccionado torturas cada vez más desesperantes.
¿Quién ganará finalmente?
¡Pues nosotros, por supuesto!

¡Nuestro corazón es rebelde como uno
presenta una poderosa e incontenible fuerza!
¡Ustedes capitalistas,
serán testigos el incontrolable rabia de la gente,
nuestra rabia, mientras luchamos por nuestra
libertad!

¡Ese glorioso día,
cuando nuestras cadenas sean rotas
y por siempre, todos seamos libres!


30 de Abril, 1994.

Harold H. Thompson