Como de niñxs nos refugiábamos en alguien para que nos protegiera, hoy nos refugiamos en la posesión de cosas, la obediencia al gobierno y en un ilusorio sentido de comunidad, para quedarnos en una zona cómoda y segura.
La verdad es que no somos libres porque tenemos miedo. Nos enseñaron que la vida es un conjunto de tareas a cumplir (tener un título, conseguir trabajo, casarse, tener hijxs, comprar cosas, etc.) y no nuestra realización como individuos. Nos enseñaron que hacer lo que se quiere es “libertinaje” y nos dieron un concepto falso de libertad, que aceptamos fácilmente porque a nuestro alrededor casi nadie lo cuestiona. Nos enseñaron que “ser buenxs” era cumplir con las reglas y las leyes de la sociedad, reglas y leyes que nosotrxs no creamos y ni siquiera nos cuestionamos de dónde salieron. Somos tratadxs como idiotas que, como no sabemos la diferencia entre el bien y el mal, necesitan ser reguladxs, vigiladxs, informadxs, uniformadxs, formadxs en fila, calificadxs y, cuando nos “portamos mal”, castigadxs.
El gobierno existe porque nos negamos a tomar parte activa en los asuntos públicos y los delegamos en una capa especializada que, como toda capa especializada, tiene intereses propios. ¿Podemos culparlxs de que les den más importancia a sus intereses que a los del ciudadano? La culpa no es del chancho, sino del que le da de comer. En realidad la corrupción y el abuso de poder de “nuestrxs” “representantes” nos representan correctamente, pues lo que ell@s hacen es lo que nosotrxs dejamos que hagan, con nuestra pasividad e indiferencia ante los asuntos públicos y nuestra adhesión (con confianza o sin ella) al sistema representativo.
Para dejar de ser tratadxs como idiotas, en primer lugar debemos dejar de serlo. En la antigüedad griega, se le llamaba idiota al ciudadano que no se interesaba por los asuntos públicos de la polis. Actualmente, esta actitud se conoce como el apoliticismo. Pero ese apoliticismo en falso, porque quien no toma ninguna posición, está tomando una posición. La neutralidad total no existe. El neutral ante la injusticia y la explotación, está del lado de la injusticia y la explotación.
Dejar de ser idiota tiene sus peligros. Ser consecuente con una participación social fuera y contra las instituciones estatales significa enfrentarse a lxs beneficiarixs del status quo y a sus mercenarixs. No hay otra alternativa si queremos ser libres, son ellxs o nosotrxs.
El último miedo a vencer es el vacío social que puede causarte ser sincer@ con vos mismx y hacer lo que querés. Esto es normal, es algo que viene con la libertad. Lo que estás haciendo no es crear un nuevo temor, sino enfrentar al temor del que antes huías. Aquellxs que más le teman a la libertad serán l@s más hostiles para con quienes luchen por la ella.
Si después de lo anterior pensás “todo muy lindo, pero lo que proponés jamás funcionaría porque la gente es así o asá” estás olvidando que:
1) Vos sos parte de la gente, asi que lo que decís de la gente lo decís de vos mismx.
2) Si todxs pensamos “para qué cambiar si la gente no va a cambiar” entonces nadie va a cambiar: será la profecía autocumplida. Eso sí, tendremos el reconfortante consuelo de que “teníamos razón sobre la gente”.
En todo aspecto de la vida hay dos opciones: o se es libre y por lo tanto sincero con unx mismo o se busca la comodidad y el autoengaño. Solamente eligiendo lo primero se vive, eligiendo lo segundo, se dura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario